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QT life
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Respondí a un mensaje en mi Iglesia, cuando tenía
doce años y decidí que si Dios me llamaba al campo
misionero, yo iría. Así que cuando mi marido y yo
fuimos llamados por Dios para ir a las misiones,
estuve muy contenta y con muchos deseos de ser
misionera.
La mayor bendición de servir como misionera ha
sido ver la provisión y la dirección de Dios en cada
aspecto de nuestra vida, lo que confirma Su obra y
alianza con nosotros en Su gran plan.
Nuestro papel en la misión está cambiando
y necesitamos la sabiduría de Dios para saber
cuándo decir “sí” y cuándo decir “no” a las muchas
oportunidades que se nos presentan.
Beth Barnard
Iquitos, Perú
Artículo de Portada
Al final del Evangelio de Mateo, Jesús comisiona a Sus discípulos a hacer dis-
cípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo; y enseñándoles a obedecer todo lo que Él ha mandado. Desde
entonces, millones de cristianos a lo largo de la historia han dejado sus hogares
para responder al llamado de Jesús, desde los primeros creyentes que estaban
dispersos por toda AsiaMenor hasta los muchos hombres y mujeres que sirven
hoy en día en el campo misionero. Este mes, te traemos algunas de sus historias.
Les pedimos a nuestros amigos en el campo misionero que compartan con los
lectores de
QT life
cómo Dios los llamó a ser misioneros, sus más grandes bendi-
ciones y cómo podemos orar por ellos.
Dios me llamó al campo misionero en 1999 cuando escuché
Su voz que me decía que fuera. Llegué al campo misionero por
obediencia—para hacer discípulos en el nombre de Jesús—.
Serví el año pasado como profesor de inglés en un hogar
de protección para niños a las afueras de Chiang Mai.
Estos niños han sido rescatados de situaciones terribles, y
servirles, amarles y enseñarles ha sido mi mayor bendición.
H a g o u n m o n t ó n d e c o s a s i m p o r t a n t e s ,
p e r o s i l a a d o r a c i ó n y l a i n t i m i d a d c o n J e s ú s
no son cen t r a l es , t odo l o que ha go es en vano .
Jonathan English
Chiang Mai,Tailandia
Cuando estaba en la escuela secundaria experimenté
por primera vez el llamado de Dios. Él me dio Jeremías
29:11 y un extraño vino a mí durante la adoración y me
dijo que Dios quería usarme en las naciones.
La mayor bendición de servir en el campo misionero
ha sido experimentar el tiempo perfecto de Dios y
la provisión para cada necesidad. Depender de Dios
para que ponga comida en la mesa y ropa en nuestro
cuerpo ha sido muy liberador y nos permite emplear
nuestra energía en las relaciones con los demás.
Marlene Park
Pretoria, Sudáfrica
Recibí el l lamado de Dios para
conver t i rme en una mi s i onera
durante mi infancia. Él me dio una
profunda carga por los perdidos.
La alegría más grande de mi vida
es ver la transformación en la vida de
las personas.
Ayangla Jamir
Alipurduar, India
VAYAN Y HAGAN DISCÍPULOS
DETODAS LAS NACIONES