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El reino de David se expandió (c. 8)
Este capítulo nos habla del alcance
del reino deDavid: desde el río Éufrates,
en el noreste, hasta Egipto, en el suroes-
te. Es el puntomás álgido de su gobier-
no. El autor nos dice dos veces: “En
todas las campañas de David, el Señor
le daba la victoria” (v. 6, 14). El versículo
11 señala que el salmista dedicó todas
sus victorias al Señor. El versículo 15 se-
ñala la rectitud y la justicia del gobierno
deDavid.
La fidelidad de David a su pacto con Jonatán
(c. 9)
David no olvidó su promesa con Jonatán, así que
mostró bondad a su familia (1 Samuel 18:1-4; 20:14-
17). Cumplió aquí al ser misericordioso con Mefi-bo-
set, hijo de Jonatán. Expresó tres veces su resolución
de bendecir a cualquier miembro sobreviviente de la
familia de Jonatán (v. 1, 3, 7).
David cometió adulterio y
asesinato (c. 10–12)
Los capítulos 10-12 son toda
una sección, un punto de inflexión,
que describe el lado oscuro del
trono de David. El trasfondo son las
guerras de Israel contra los amo-
nitas y los sirios (c. 10). El enfoque
está en el capítulo 11, que nos habla
de la aventura amorosa de David
con Betsabé, y cómo esta relación
adúltera lleva al rey a encubrirla, y
con el tiempo, a asesinar a Urías, el
esposo de Betsabé, descrito aquí
como un hombre leal y recto. Dios
le dijo a Natán el profeta que con-
frontara a David, y el rey se arrepin-
tió.
Dios le prometió a David un trono
eterno (c. 7)
Este capítulo es crucial no sólo para
2 Samuel, sino también para toda la Bi-
blia. Muy crucial también para nuestra fe,
pues Dios le prometió aquí a David un
hijo cuyo reino duraría para siempre (v.
14). Esa promesa se cumplió a través de
Jesucristo, el Mesías.
DavidperdióasuhijoAmnón (c. 13–15)
El arrepentimiento no libró a su familia de
las consecuencias de sus pecados de adulterio
y asesinato. El hijo de David, Amnón, violó a su
media hermana Tamar. Absalón, el propio her-
mano de ella, se vengó asesinando al violador.
Los problemas no terminaron allí. Absalón lan-
zó un golpe de estado contra el rey, con ganas
de quitarle el reino a su propio padre. Absalón
huyó de Jerusalén.
Escrito por
Deolito Vender Vistar, Jr.
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