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Los fieles de la Iglesia primitiva lo
dieron todo para cumplir con la or-
den que les dio Jesús de ir y hacer dis-
cípulos a todas las naciones (Mateo
28:18-20). Soportaron la peor perse-
cución y un sufrimiento inimaginable,
y hasta perdieron sus vidas. Pero, ¿có-
mo es la situación en el 2014? Si bien
el transporte y la comunicación alcan-
zaron avances increíbles, la velocidad
de la prédica se desaceleró; y a pe-
sar de que hay más Iglesias y comu-
nidades de fe, el número de creyentes
disminuye. La prédica es el deber del
cristiano y la razón de ser de la co-
munidad. Por eso, éste debe evitar
enriquecerse materialmente y forta-
lecerse en vano, concentrándose en su
deber esencial que es predicar.
Quien invoca el nombre del Señor
Jesús será salvo, ¿pero cómo podrá
hacerlo si nadie le predica, y cómo
predicarán si no son enviados? (Ro-
manos 10:9-15). En la actualidad se
realizan misiones bidireccionales. Por
ejemplo: Etiopía que siempre desea-
ba recibir algún misionero, lo consi-
gue gracias a la ayuda de una Iglesia
local que mandó a Zambia y a varios
países. Cada día crece el movimiento
misionero “de todos, para todos”. El
día que el Evangelio del Señor llegue
al último rincón de la tierra podremos
clamar: “¡Amén, Señor, ven a noso-
tros!”. Hasta aquel día, oro para que
cada fiel pueda esforzarse por cumplir
con el deber del Evangelio, y para que
en Zambia se formen muchos discípu-
los del Señor que lideren la prédica.