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····· El amor que todo lo hace perfecto
Según 1 Corintios 13, por más que una congregación crezca, si no tiene amor, de nada
sirve. Lo mismo sucede con hacerse famoso o rico. La profecía y lenguas angelicales son
sólo una parte; no son perfectas. Sólo se conoce una íntima parte de la verdad; pero, cuan-
do todo sea perfecto, Dios se revelará cara a cara (v 12).
Sin embargo, cuando llegue lo perfecto, lo que es en parte, desaparecerá (v. 10).
¿Qué es “lo perfecto” que menciona aquí? El amor. ¿Qué es lo que es en parte? Todas
las demás cosas aparte del amor; así que, por muy grandioso que parezca, si no se tiene
amor, de nada sirve.
Estuve pensando acerca de lo qué sería perfecto y lo que es en parte en cuanto al
ministerio pastoral. También en lo que es en parte en cuanto al tiempo devocional, al
discipulado Uno a Uno, a las reuniones, etc. No significa que estén mal, sino que la clave
es cómo hacer para que eso que es en parte, sea perfecto.
Para que sea perfecto lo que es en parte se debe incluir el amor. En una reunión de
tiempo devocional tiene que haber lágrimas de amor, humildad, amabilidad, paciencia y
respeto. No es provechoso hacer el Tiempo con Dios sólo por enseñar el conocimiento
bíblico, sino que, al terminar el discipulado, las reuniones del tiempo devocional y las
misiones, permanezca el amor de Dios allí; en todo lo que se diga y haga tiene que haber
amor. Todo lo que haces es una parte, y debe tener amor para que sea perfecto.
····· La condición para una vida feliz es el
amor
En la familia sucede lo mismo. ¿Acaso es necesaria una casa, un auto o un empleo para
que la familia sea feliz? ¿Que la pareja tenga excelentes condiciones hace que el matrimo-
nio sea feliz? No. Debe haber amor. Tiene que haber amor entre los miembros de la familia
para que puedan ser felices.
En la sociedad sucede lo mismo. Un país saludable se preocupa por la felicidad de
sus ciudadanos. Mejorar la economía no hace que la sociedad sea más feliz; pero, el amor
que debe haber en los corazones de cada uno de sus integrantes la hará una nación feliz.
Por eso la política necesita amor, la educación necesita amor y la administración pública
también necesita amor. De otra forma todo es en vano.
En la dedicación a Dios es lo mismo. Debe haber amor cuando se sirve a la congrega-
ción, tal y como Jesús dijo: “Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua
fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”
(Mateo 10:42); y “…De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis herma-
nos más pequeños, a Mí lo hicisteis” (Mateo 25:40). El Señor recuerda todo lo que se hace
con amor, y Él recompensa.
No obstante, el amor tiene que permanecer hoy, mañana y hasta la eternidad; porque,
Dios es amor, y donde está Él, hay amor. Ese amor de Dios te hace perfecto y te guía hacia
la felicidad perfecta.
Autor/Ha Yong-jo
Fotografías/Equipo de fotografía de Duranno y Shutterstock