Página 9 - TCD-MAYO-PREVIO

Versión de HTML Básico

14
El amor del hombre y el amor de Dios
Existe el amor perfecto y el imperfecto. El amor del hombre es imperfecto, y aunque lo
intente, siempre tendrá defectos, lo cual lo hará insuficiente; es momentáneo, caprichoso y
no es verdadero. Por el contrario, el amor de Dios no tiene defectos ni es insuficiente. Dura
hasta la eternidad, no cambia y es genuino.
En nuestro idioma no hay muchas palabras que signifiquen “amor”; pero, el griego
tiene varias.
Eros
, que significa el amor carnal y sexual; se refiere al amor instintivo, ani-
mal.
Philia,
señala la amistad, el amor inocente e interpersonal de los amigos. Otro amor
interpersonal es
storge
, que hace referencia al amor de la familia, al amor de los padres
hacia los hijos.
Agape
, se utiliza sólo para indicar el amor de Dios: incondicional, que todo lo entrega,
que se sacrifica a sí mismo por el enemigo. Sólo el Padre tiene este amor, y el único que
logra este amor perfectamente es Jesucristo. En la vida y en la palabra de Jesús está el amor
de Dios. El hombre no puede cumplir con este amor perfectamente; es posible imitar algo
parecido, por la fuerza del Espíritu Santo. No obstante, con sólo imitar el amor de Dios,
sucede un milagro: la restauración.
Mira a tu prójimo mientras piensas: “Aunque me golpees, te esperaré, te soportaré y
seré amable. No me alteraré por ningún insulto tuyo”. El amor de Jesús es así, y si fuera
posible volver dos mil años atrás para encontrarte con Él, seguramente tendría esa expre-
sión en su rostro mientras lo latigaban y se burlaban de su persona.
Preparando este escrito reflexioné sobre mí. Si bien la congregación ha crecido, no me
animo a responder si cuidé bien de cada una de las ovejas. Cuando se comenzó me llevaba
bien con todas; comía con ellas, nos invitábamos a las casas unas y otras; conversábamos
mucho. Sin embargo, a medida que la iglesia fue creciendo no se pudo continuar así. Ya no
era posible prestarles atención, saber por qué lloraban o qué dificultad tenían. Fue porque
no tenía tiempo, no estaba bien de salud; tuve que haberlo hecho pidiendo ayuda a otros;
pero, no pude. Me pregunté a mí mismo si realmente lo había querido hacer; la respuesta
fue “No”. No lo hice porque no tuviera la intención, tampoco fue por falta de tiempo, sino
por falta de amor.