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Introducción bíblica
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Acab fue el rey del Reino del Norte en el tiempo de Elías. Su gobierno
fue casi un éxito, tanto en la política como en las relaciones diplomáticas
con otras naciones. Tuvo paz con Josafat, rey de Judá, y junto a él atacó
a Aram (Siria), además de establecer un pacto de paz con Sidón (Feni-
cia), la ciudad más próspera en el comercio, casándose con Jezabel, hi-
ja de Et-baal, permitiendo así el ingreso de la idolatría a Baal en Israel.
Jezabel fue una reina que aprovechándose del poderío de su país natal,
ejerció autoridad y poder en Israel. Aún Elías, que habiendo matado a
cientos de falsos profetas en el monte Carmelo, huye al desierto con te-
mor, luego de recibir amenaza de muerte por parte de la reina. Elías rogó
a Dios que le quitara la vida, pero Él envió a un ángel para alimentarlo y
consolarlo. Levantándose, el varón de Dios caminó cuarenta días y cua-
renta noches hasta llegar al monte Sinaí. Desde allí, escuchó a Dios en
un silbo apacible. Recibió el mandato de ungir como rey a quien Él ha-
bía escogido. Dios le prometió dejar a siete mil en Israel cuyas rodillas no
se habían doblado ante Baal. Elías sale al encuentro con Eliseo, a quien
toma como su discípulo.
Guerra del rey de Israel (20:1-43)
Acab es atacado por Ben-adad, rey de Aram. La soberbia de Ben-adad lle-
va a que el profeta de Jehová brinde ayuda a Acab y logre tener victoria.
Al año siguiente, Aram sostiene que puede vencer a Israel en el campo;
por lo que el enfrentamiento ocurre en Afec. Una vez más, Dios lleva a
Acab a la victoria. Sin embargo, Acab perdona la vida de Ben-adad, quien
había sido tomado como prisionero de guerra. Toma esta medida diplo-
mática a fin de obtener ganancias para el país. Pero el propósito de Dios
era que el ejército de Aram supiera que Él es Jehová por medio de las ba-
tallas. Acab recibe el mensaje de Dios de dar su vida por la vida de Ben-
adad, por haber dejado libre a aquél que Dios se había propuesto destruir.
La maldad crucial de Acab (21:1-29)
Acab desea comprar para sí la viña que se encuentra cerca del palacio, a
fin de convertirlo en una huerta, pero Nabot, el dueño de la viña, recha-
za su oferta declarando que la voluntad de Dios está en no vender la he-
redad de sus padres. Muere en manos de Jezabel, acusado injustamente
de blasfemia contra Dios; y Acab se queda con su viña. Elías profetiza su
muerte, al igual que Nabot, por haberlo ‘matado y despojado’. Acab an-
duvo humillado, por lo que Dios decidió demorar el juicio, pero cierta-
mente se cumplió.
La muerte de Acab (22:1-40)
Nuevamente hay guerra contra Aram. Pero esta vez, Acab involucra a Jo-
safat, rey de Judá, quien antes de salir a la guerra, desea cosultar a J­ehová.