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salvos, era indiferente cómo vivían. Pero esto no es otra cosa que negar
al Señor Jesucristo.
La desobediencia de Israel (vv. 5-11)
El autor les recuerda la historia de Israel. La hermandad de la Iglesia pri-
mitiva la conocía muy bien, pero como era de gran importancia, lo men-
cionaba igual. Hace énfasis en cómo Israel rechazó la autoridad de Dios
y cayó en el homicidio, en la rebelión y en la idolatría. Y cita como ejem-
plos los que fueron juzgados, a los ángeles caídos, a Sodoma y Gomorra,
a Caín, a Coré y a Balaam. Si los seguimos a ellos, ciertamente perece-
remos. En esa época, los cristianos estaban confundidos porque Jesús se
demoraba más en volver de lo que ellos habían pensado. Entonces, los
falsos maestros no desaprovecharon la ocasión para introducir falsas en-
señanzas. Pero Jesús no tardará en volver por nosotros, ya que Dios es fiel
para cumplir Su promesa.
Los impíos (vv. 12-19)
Encontramos una metáfora muy impactante respecto a los falsos maes-
tros: ellos son como los pastores que se apacientan a sí mismos; nubes sin
agua; árboles sin fruto; fieras ondas del mar; estrellas errantes. Todo lo
que han prometido es vanidad; no hubo nada que se llegara a cumplir.
Simplemente son una piedra de tropiezo en el ágape, ya que es por ellos
que la instancia de la comunión entre los hermanos, se ha transformado
en un evento sin amor. Son murmuradores, querellosos, que andan según
sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las perso-
nas para sacar provecho.
Libros Deuterocanónicos
Se trata de textos que contienen temas espirituales, pero que no han si-
do reconocidos oficialmente por la Iglesia. El proceso de la canonización
duró mucho tiempo, por lo que antes, leían estos libros no incluidos en la
Biblia de hoy. El texto que dice que el arcángel Miguel contendía con el
diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés (v. 9) aparece en un li-
bro deuterocanónico llamado ‘la asunción de Moisés’. Por otro lado, ‘el
libro de Enoc’ mencionado en el versículo 14, se trata de un texto escrito
en el siglo I a.C., de quien no tenemos mucha información más que se hi-
zo llamar Enoc (Génesis 5:18), que denuncian los pecados de los impíos.
Enseñanzas y exhortación (vv. 20-25)
Por último, nos exhorta a buscar la santidad. Los cristianos debemos
ser misericordiosos con aquellos que dudan; y dar lo mejor para salvar
a aquellos que están próximos a ir al lago de fuego. Entonces, la luz y la
verdad de Dios nos guardarán y nos guiarán para evitar que fracasemos.