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P i o n e r o s d e l a m i s i ó n
H
ace once años, cuando
comencé mi misión en
México, había un lugar
al que quería ir, pero no se daba
la oportunidad. Era la región de
San José del Cabo, en Baja Ca-
l i fornia Sur. Sin embargo, ha-
ce poco fui durante ocho días a
proyectar la película “Jesús”, que
muestra Su vida. Aunque al salir
de nuestra base de Tijuana esta-
ba ansioso, al llegar allí comencé a
preocuparme por los comentarios
negativos que me hacía quien me
fue a recibir.
Entonces, repasé nuevamente Mateo
28:18-20, que es un pasaje que suelo me-
ditar cada vez que me siento afligido en mi
lugar de la misión. Volví a reflexionar es-
pecialmente en la parte que dice: “Por lo
tanto, id” (v.19). Cualquier ministerio, ya
sea el de hacer discípulos, el de bautizar
o el de enseñar, no sucederán jamás si en
primer lugar no vamos. Por ende, como ya
había “ido” como lo dice la Palabra, oré
pidiendo la sabiduría de Dios, confiando
en que Él obraría, aunque la situación allí
no fuera buena.
Al principio, sólo unas siete u ocho perso-
nas vieron la película, y esto no era conve-
niente, así que le pedí a otro pastor local
que organizáramos más horarios. No fue
para nada fácil, pero todo salió muy bien
y pudimos proyectarla en Iglesias, en de-
vastadas casas de oración de los distintos
barrios que parecía que se derrumbarían
con un solo soplo, y por primera vez en
mis diez años de este ministerio me permi-
tieron mostrar la película “Jesús” en una
escuela. Un día, cuando estaban vién-
dola en una zona residencial, vi que se
acercaban unos diez jóvenes que pare-
cían rufianes, y pensé que interrumpirían
el espectáculo, pero sorprendentemente
habían ido a verla también.
Un día antes de mi regreso, unas diez
personas irrumpieron en llanto. Al pare-
cer porque sentían mucha pena de no ha-
ber conocido antes al tan Buen Jesús. El
último día me autorizaron ir a la cárcel
(algo por lo que me había dado por ven-
cido). Allí, mi corazón se llenó de emo-
ción y gratitud al ver el interés con el que
más de cincuenta presos miraban la his-
toria de Jesús. Lo que más agradecí fue
que el pastor David quedó tan conmovi-
do que decidió continuar con el ministe-
rio en la cárcel. Dios cumple con Su plan
por medio de quien lo siga, confiando
en Él, incluso en un entorno hostil. To-
da la gloria sea a Él. Estoy expectante
por todas las obras maravillosas que ha-
rá en México.
Por lo tanto,
Choi Jae-min, misionero de México
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