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2.2% de la población del país, creen que son descendientes de Salomón y
la r­eina de Sabá. Es interesante conocer quién fue la reina de Sabá y por
qué visitó a Salomón. Ella fue a verlo no por temas de territorio o comer-
cio internacional, sino para poner a prueba la sabiduría del rey. Sin em-
bargo, ella no fue la única persona que lo visitaba, porque muchos iban
a verlo con presentes, para ver con sus propios ojos los bienes y la sabi-
duría de Salomón.
La decadencia de Salomón (11:1-43)
La presencia de Dios moró en el Templo; confirmó el pacto y bendijo
a Israel, mas Salomón perdió su integridad. El autor del libro de Reyes
sostiene que esto se debe a las muchas mujeres que tuvo el rey, porque se
había casado con mil mujeres. Lo motivaron las razones diplomáticas,
para establecer convenios con otros países. Pero Deuteronomio prohíbe
al rey tener muchas mujeres, oro y plata (Dt. 17:16-17). Los matrimonios
arreglados fueron la principal causa de su decadencia. Los dioses que lle-
varon las mujeres extranjeras, terminaron llamando la atención del rey.
Tal como le había advertido, Dios quitó el reino de sus manos. Pero de-
rrama misericordia en medio de la ira, por lo que cumplió Sus palabras
en la generación de su hijo. Mientras que Salomón estaba preocupado
en ir tras los dioses ajenos, como Astoret, diosa de los sidonios; Milcom,
ídolo abominable de los amonitas; y Quemos, ídolo de Moab, los reyes
de los pueblos enemigos reúnen fuerzas para rebelarse contra Israel: Ha-
dad, el edomita, en Egipto; Rezón, hijo de Eliada, en Siria. Jeroboam,
hijo de Nabat, siervo de Salomón también se opone al rey. Este último re-
cibe palabra de Dios, diciendo que Él le dará para reinar sobre diez tri-
bus de Israel (vv. 30-39).
La disensión en el reino (12:1-33)
Luego de morir Salomón, le sucede su hijo Roboam. Fue a Siquem, en
donde estaba congregado todo Israel. Ante la petición del pueblo de dis-
minuir el yugo de Salomón, le responde diciendo que añadirá peso al
yugo. El pueblo vuelve a sus tiendas diciendo “¿Qué parte tenemos no-
sotros con David?” (v. 16). Diez tribus se rebelan contra Roboam, y el rei-
no se divide en Norte y Sur. Roboam trata de aplacar la rebelión, pero el
profeta Semaías se opone a la guerra civil (1 R. 12:21-24; 2 Cr. 11:1-4).
Por otro lado, Jeroboam, el rey de Israel de Norte, manda a hacer bece-
rros de oro, los ubica en Bet-el y ordena al pueblo adorar allí, para evitar
que se vaya a Jerusalén. Nombra sacerdotes a los que no son descendien-
tes de la tribu de Leví; y fija el día quince del mes octavo, un mes poste-
rior a la fiesta judía (Fiesta del Tabernáculo). Todo lo que hacemos según
nuestra propia voluntad, y no de acuerdo a la voluntad de Dios, es pecado.