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mo Tito, quien no había sido circuncidado, constituía una clara evi-
dencia de la validez del ministerio de Pablo (Gálatas 2:3-5). Tiempo
más tarde, Tito fue enviado como colaborador de la Iglesia de Co-
rinto, y gracias a sus rápidas y acertadas decisiones, logró estabili-
zarla (2 Corintios 2:12-13; 7:5-7). Luego, cuando Pablo estuvo preso
en Roma, Tito fue enviado a Dalmacia (2 Timoteo 4:10), lo que hoy
se conoce como Croacia. Hoy en día es posible hallar el sepulcro de
Tito y una iglesia que conmemora su vida, en Gortis, isla de Creta.
La Iglesia levantada en la isla de Creta
Según la misma epístola, Tito era el líder de la iglesia de Creta.
Tiempo atrás, cuando Pablo había sido llevado a Roma, el barco que
lo transportaba se desvió de ruta debido a los vientos contrarios, has-
ta que a duras penas embarcaron en la isla de Creta (Hechos 27:7-
13). Es posible que el Cristianismo se haya expandido mediante los
judíos que vivían en la isla (Hechos 2:11); pero, no cabe duda de que
Pablo también aprovechó la oportunidad para hablar de Cristo. Si
bien el libro de los Hechos no registra con detalles, debió haber si-
do grande el apoyo recibido de los cretenses. Así es que, por grati-
tud, Pablo pudo haber visitado nuevamente esta isla, dejando que
Tito culminara la obra que había comenzado el apóstol.
Los que tienen algún cargo en la congregación (1:1-16)
Las enseñanzas de Pablo en Tito son muy similares a las de 1 y
2 de Timoteo. Menciona primeramente los requisitos para ser an-
ciano y obispo: irreprensibles, ejemplo en el hogar, santos y justos.
Los ciudadanos de Corinto eran conocidos por su inmoralidad se-
xual, mientras que los cretenses, por engañadores. A los griegos les
gustaba mucho crear apodos, y cuando querían referirse a alguien
falso, decían: “Son mentirosos, malas bestias y glotones ociosos, co-
mo los cretenses”.
El problema era que, incluso los creyentes de la iglesia de Cre-
ta, tenían también esa costumbre. Los seguidores del Judaísmo, del
grupo de los circuncisos, engañaban a la congregación con fábulas y
vanidades. Al igual que Timoteo, Tito se sintió afligido como pastor
por aplicarles la disciplina; pero, si los que habían sido purificados
por Dios continuaban guardando las leyes y ordenanzas humanas,
estarían desechando la buena obra.