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Introducción bíblica
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La mujer que derrama el perfume (12:1-11)
El libro de Juan registra que esto sucedió en la casa de Lázaro, en Beta-
nia; y que la mujer que derramó el perfume es María. Según el libro de
Mateo y Marcos, fue en la casa de Simón, el leproso, en Betania. Es posi-
ble que el padre de Lázaro, María y Marta se llame Simón y padezca de
lepra. Lo importante es que a diferencia del discípulo que fue mezquino
con Jesús, con el pretexto de ayudar a los pobres, la mujer dio con gozo
todo lo que tenía para preparar al Señor para su sepultura.
La entrada a Jerusalén (12:12-50)
Jesús está montado sobre un pollino y entra a Jerusalén, mientras que
grandes multitudes le dan la bienvenida. Los discípulos no entienden lo
que está pasando; mientras que la gente cree equívocamente que Jesús se-
ría su Mesías político. Por otro lado, Jerusalén se encuentra lleno de pe-
regrinos de todo el mundo, que han viajado para celebrar la Pascua. Hay
griegos entre ellos, que pueden ser judíos viviendo en regiones helenísti-
cas o gentiles que se han convertido en judaizantes. Ellos hablan con Fe-
lipe para conocer a Jesús, quien a su vez conversa con Andrés sobre este
tema. Como respuesta, Jesús les dice que ha llegado la hora de ser glo-
rificado. En realidad, más que un hecho glorioso, parece ser un fracaso
en vista de otros: la muerte en la cruz, como un grano que cae en la tie-
rra y muere. Jesús siente una aflicción muy grande y ora. Se escucha una
voz del cielo, como un trueno. Ha glorificado al Dios Padre, y lo glorifi-
cará otra vez (v. 28).
Hasta aquí, Juan describe el ministerio público de Jesús. Porque después
de esto, el Señor enseña solamente a sus discípulos hasta que es arres-
tado. Hasta parecería que se esconde de los ojos de los demás. Por otra
parte, ellos temen más a los hombres que a Dios, y por tanto, no tienen
fe en Jesús.
Un día antes de la Pascua (13:1-38)
Ya cerca de la muerte, Jesús escoge amar a los suyos hasta el final. En me-
dio de la última cena, se levanta para lavar los pies de sus discípulos. Este
es un acto contrario a las leyes de la sociedad de la época. El Maestro ha-
ce lo que es propio de un esclavo. Jesús se quita su manto, y lava los pies
de sus discípulos; e imparte una nueva enseñanza, sobre el verdadero li-
derazgo. Ni con todo esto, el traidor se retractó del mal que se había pro-
puesto. El Señor conoce los pensamientos que Satanás había puesto en el
corazón de Judas Iscariote, sin embargo, se propone amarle hasta el final.
Jesús entrega un nuevo mandato de amar a Dios y al prójimo. El amor de
uno por el otro demostrará ser discípulos de Jesús. Es un amor por el que
el Maestro se humilló para servir a sus discípulos. Es un amor verdadero,