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TcD Vida Viva • 
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Jericó, aquella ciudad rodeada de palmeras
con aroma a bálsamo y un sinfín de perso-
nas transportando dátiles, azúcar, mirra y bál-
samo. Es el sitio con los principales recursos
que convierten a Roma en una ciudad adine-
rada. Y el aroma de los impuestos recaudados
es aún más fuerte. Quienes se benefician de
aquella cosecha son los recaudadores de im-
puestos que se guardan uno o dos denarios pa-
ra ellos, antes de entregárselos al césar.
En la temprana primavera de Jericó, aún se
siente un cierto aire frío, entre la sombra que
se extiende a lo largo de la ciudad; y es que pa-
ra muchos, el sol del Este es una nueva opor-
tunidad para ganar más dinero. Sin embargo,
aquella mañana, la preocupación de la gente
está lejos de sus negocios. Y es que llegó una
esperanza más grande que el dinero que es jus-
tamente la esperanza sobre el Mesías.
¡Jesús llegó a Jericó! Cada vez se acercan más y
más personas, y la expectativa crece. La curio-
sa muchedumbre que intenta ganar un espa-
cio empujándose, apenas puede respirar. Pero
hay alguien que no puede abrirse paso codean-
do: es Zaqueo, el de estatura baja. Es tan ba-
jo que no llega a ver entre los hombros de los
demás y necesita treparse a un árbol para ver
lo que sucede.
Zaqueo, de estatura baja, sobrevivió valiente-
mente en este mundo para altos. Siendo obje-
to de burla y asombro desde pequeño, llegó a
ser un adulto, a pesar de haber sufrido mien-
tras crecía; y parte de su infancia fue destrui-
da. Su lado sensible murió pisoteado por la
crueldad de los de estatura normal. Lo sigue
a donde vaya, incluso hasta el sicómoro al que
se trepó.
En el camino hacia la adultez, Zaqueo apren-
dió por sí solo a ser recompensado. Primero,
cuando se burlaban de él, lo dejaba pasar con
una sonrisa. Luego comenzó a pelear, y así lu-
chaba y destruía a todo aquél que se interpu-
siera en su camino hacia el ascenso. Quería
demostrarle al mundo entero que algún día
lo verían arriba.