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Las señales y las discusiones (5:1-8:26)
El ministerio de Jesús puede sintetizarse en la sanidad de enfermeda-
des, la expulsión de demonios y la discusión contra los fariseos acerca de la
Ley. Sanó al endemoniado gadareno (5:1-20); levantó de la muerte a la hija
de Jairo, principal de cierta sinagoga; sanó a la mujer que hacía doce años
padecía de flujo de sangre (5:21-43); y sanó a todos los enfermos de diver-
sas enfermedades en Genesaret (6:53-56). También sanó a la hija de la mu-
jer sirofenicia (7:24-30) y al sordo y tartamudo (7:31-37). Este último caso
sólo está registrado en Marcos. Usando la palabra
Efata
, y su saliva, sanó a
este personaje. En otros casos, había curado solamente con su palabra; pe-
ro, este fue un caso especial. De la misma forma, con su saliva resutauró la
vista del ciego de Betsaida (8:22-26).
De todos los milagros de Jesús, la alimentación de miles ha perma-
necido como un hecho muy simbólico. El libro de Marcos menciona la
alimentación de cinco mil va-
rones en cierta ocasión (6:30-
44) y de cuatro mil hombres
en otra (8:1-10). En el primer
milagro, dio de comer a más
de cinco mil con cinco pa-
nes y dos peces; en el segun-
do, lo hizo con más de cuatro
mil, y siete panes y unos po-
cos peces. Ciertos eruditos
creen que ambos se tratan
de un mismo milagro; pero,
hay diferencias que no pode-
mos pasar por alto. El primer
acontecimiento ocurrió en la
zona de Judea, mientras que
el segundo, en un lugar gen-
til. Además de entregar en-
señanzas espirituales, Jesús
también se preocupó por su-
plir las necesidades físicas.
De la misma manera en que
Dios alimentó al pueblo de
Israel durante cuarenta años
en el desierto, también el Se-
ñor tuvo compasión de su
pueblo y obró milagros a fa-
vor de él.
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