Página 5 - AVANCES QTL DIC2014

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el corazón con flechas (v. 13), entre otros padecimientos. Esto demuestra
la profundidad de la impresión, angustia y desesperación de Jeremías por la
destrucción de su país y la masacre de su pueblo. Pero incluso en estos tiempos
oscuros, Jeremías encuentra esperanza en el SEÑOR. Declara en los versículos
21-23: “Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza:
El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada
mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!”.
LaDestrucción del Pueblo deDios (Cap. 4)
Jeremías reflexiona además sobre la devastación de su pueblo. Dice en el versículo
6a: “Más grande que los pecados de Sodoma es la iniquidad de Jerusalén”. Los
príncipes de los judíos que alguna vez fueron más radiantes que la nieve, ahora se
ven más sucios que el hollín (vv. 7–8). Los judíos mueren de hambre, que es peor
que morir por la espada (v. 9). Luego reafirma que este es el castigo del SEÑOR
por los pecados de Judá (v. 13).
El Regreso al Hogar del Pueblo de Dios (Cap. 5)
El hogar es la presencia de Dios, o su favor. Regresar al hogar significa alejarse de
uno mismo y volver al SEÑOR. Lamentaciones 5 es la oración de Jeremías, que
reconoce que la destrucción es el castigo de Dios por los pecados de Judá. Jeremías
confiesa al SEÑOR: “Entramos en tratos con Egipto y con Asiria para conseguir
alimentos. Nuestros padres pecaron y murieron, pero a nosotros nos tocó el
castigo” (vv. 6–7). Jeremías declara en el versículo 19: “Pero tú, Señor, reinas por
siempre; tu trono permanece eternamente”. Luego concluye su oración con esta
declaración: “Permítenos volver a ti, Señor, y volveremos; devuélvenos la gloria de
antaño” (v. 21).
Conclusión
Podemos obtener algunas ideas valiosas de Lamentaciones. En primer lugar, Dios trata
con el pecado, incluso entre su propio pueblo. Seamos conscientes de ello y no nos
dejemos influenciar por el mal que nos rodea. En segundo lugar, según 3:22–23, el amor
de Dios es grande y su compasión jamás se agota. En tercer lugar, Jesucristo tomó
el castigo que merecemos por el pecado, cuando murió en la cruz. Debido a ello, los
que creemos en Jesús somos libres para siempre de la destrucción eterna. Esa es la
abundancia de la gracia de Dios.
Escrito por
Deolito Vender Vistar, Jr.
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