Versión de HTML Básico
10
El camino a Mogi das Cruzes
Hace unos veinte años, en la pri-
mavera de 1994, mi esposa y yo deci-
dimos que iríamos a donde Dios nos
llamara para servirlo como misione-
ros; y conforme orábamos sentimos
que Él nos quería en Brasil. Fuimos
aceptados por
Global Partners Interna-
tional
(GP) y llegamos a São Paulo el
6 de abril de 1995, y en la Noche Bue-
na del mismo año elegimos como sitio
para nuestra misión, con la providen-
cia del Señor, una aldea en medio de la
montaña de Mogi das Cruzes. Comen-
zamos a aprender el idioma, así que, al
mismo tiempo, también utilizábamos
el lenguaje de señas para comunicar-
nos con la gente.
Sin embargo, pronto entendimos
que el entorno era muy diferente a lo
que habíamos imaginado. En conse-
cuencia, nos vimos obligados a reorga-
nizar y replantear nuestra misión. Lo
primero que hicimos fue preguntarnos
qué era lo que más necesitaba este pue-
blo. Resultó que el lugar estaba falto
de una iglesia y de educación, pues en
ese entonces, el aldeano con más for-
mación académica tenía una educación
equivalente a cuarto grado de primaria
(por eso vivían en la pobreza), y había
muchos obstáculos para construir una
congregación local que fuera autosufi-
ciente y pudiera administrarse por sí
sola. Además, los lugareños no com-
prendían las enseñanzas de la Biblia.
Educación para todos
Tales fueron las razones por las que
comenzamos educando a los jóvenes,
enseñándoles sobre la importancia del
conocimiento y alentándolos a que re-
tomaran sus estudios. No obstante, el
problema era que el transporte públi-
M e d i t a c i ó n d e e s t e m e s : M i s s i o n F r o n t i e r
Samba brasileira
café amargo
y
Nota y fotografías de Seon-wung Kim