Página 11 - TCD_FEBRERO_2015_AVANCES

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eso debemos confiar en Él. A menudo, la aflicción es el secreto para una instrucción
especial de Dios, para que los cristianos aprendamos a dejar de lado al “yo” que es
nuestro ídolo. La tribulación es el aula especialmente preparada por Dios para que
destruyamos nuestro ser que confía en sí mismo, en lugar de confiar en Él, y para
que confesemos “Sólo confío en Dios, y no en mí”. Prestemos atención a la parte
que dice “sólo en Dios”. Tal aclaración no quiere decir que Pablo antes no confia-
ba en Él, pero pareciera que además de confiar en Dios, también confiaba bastan-
te en sí mismo. No obstante, logró ser alguien que se sujetaba “únicamente a Dios”,
por medio de la muerte de su ego. Tal es el proceso de maduración espiritual en la
que la vida de fe que antes era “Dios y yo”, pasa a ser “sólo Él”.
Por la gracia de haber experimentado
a Dios en el pasado
Pablo también cuenta con un elemento muy valioso que lo sacó de la aflicción: la
gracia de Dios que recibió en el pasado; y recuerda a Dios, quien lo socorrió en
aquellos turbulentos días, además de llegar a la conclusión de que Él, quien lo ayu-
dó antes, también puede ayudarlo ahora, diciendo: “Él nos libró y nos libra y espe-
ramos que aun nos librará de tan grave peligro de muerte” (v. 10). Lo primordial en
la vida de fe es comprender correctamente la Biblia, que es la Palabra de la revela-
ción y los cimientos de nuestra fe. Ésta pasará a ser una fe viva cuando experimen-
temos la Palabra en nuestras vidas en un intento de entenderla.