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casa, por cuanto él también es hijo de Abraham” (Lucas 19:5-9).
Jesús escucha incluso a quien cree que no merece ser escuchado.
La persona madura piensa como un adulto y entiende la idea
de las palabras, y también el propósito oculto. Además tiene una
gran perspectiva; puede discernir entre el interés propio y la in-
tención verdadera. Por eso no discute por asuntos insignificantes,
y ante un problema, puede superarlo con la comprensión mutua.
Muchas veces hay peleas y reproches; pero, el maduro piensa en
socorrer y salvar al otro. El pensamiento forma la idea, y la idea
da lugar a la acción que mueve a la persona. El amor no se mue-
ve por mí, sino que se mueve por el otro. Un amor maduro vive
para los demás, y no para uno mismo.
Una persona madura, es comprensiva con los demás, como el
Señor, el cual justamente es quien cuida de cada uno de nosotros
y nos tiene en cuenta, preocupándose porque nadie salga herido.
Jesús cuidó siempre del enfermo, del débil, y del vulnerable.
Cuando la mujer que llevaba doce años enferma de flujo de san-
gre lo siguió y le tocó el manto, Jesús se detuvo y le dijo: “Ten
ánimo hija, tu fe te ha salvado” (Mateo 9:20-22). A pesar de que
estaba apurado no olvidó cuidar del enfermo. ¿Qué habrá senti-
do esta mujer? ¿No habrá derramado lágrimas de emoción pen-
sando en que ‘alguien tan importante y ocupado como Jesús se
interesó y le dio la salvación a una enferma y vil como yo’? Ella
fue sanada por el profundo amor del Señor.
Tengamos consideración y cuidemos a los demás, como Jesús.
Aunque sean muchos, si lo hacemos entre todos, podemos redu-
cirlos a la mitad, y cada vez serán menos. Escuchemos los lamen-
tos y las quejas de los otros. Comenzaremos a ver sus inquietudes.
Sanémoslos con el amor maduro.
Autor/ Ha Yong-jo
Fotografías/ Equipo de fotografía de Duranno y Shutterstock
Quien es maduro piensa en ayudar
y salvar al otro.
El pensamiento forma la idea, y la idea da
lugar a la acción que mueve a la persona.
El amor no se mueve por mí,
sino que se mueve por el otro.
Un amor maduro es el que vive para
los demás, y no para uno mismo.