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La muerte de Absalón y la tristeza de David (cap. 18)
David dividió al ejército en tres grupos y los puso bajo el mando
de Joab, de Abisai (hermano de Joab) e Itai (geteo). David se propuso
ir con ellos; pero, el pueblo no lo dejó. Él les ordenó no atentar con-
tra la vida de Absalón. El pueblo de Israel cayó derrotado por el ejér-
cito de David en el bosque de Efraín. Absalón huyó en un mulo; pero,
se le enredó la cabeza en una encina, quedando suspendido en el aire.
El pueblo recordó las palabras de David, y temió herir al hijo del rey.
No obstante, Joab, el general del ejército, lo mató con unos dardos.
Absalón, que se jactó muchas veces de su hermosa cabellera, murió
debido a ella. El salmista escuchó la noticia de la muerte de su hijo y
quedó desconsolado. La tristeza y sus lamentos dominaron su ser. En
lugar de un grito de victoria, se sintió el clamor y el lamento de dolor.
El retorno de David (cap. 19)
Joab era una persona obstinada y calculadora. Presionó a David
para que dejara de llorar la muerte de su hijo. Persuadido por la acu-
sación de Joab, quien le recriminó por haber avergonzado a los súb-
ditos que han peleado arriesgando su vida por él, se levantó de su
tristeza y fue a Jerusalén. Dejó con vida a Amasa, quien había sido el
general del ejército de Absalón. Este hombre era también el sobrino
de David (17:25; 1 Crónicas 2:15-17). Días más tarde, Joab mató cruel-
mente a Amasa, su competidor (20:7-10) y tomó el poder del ejército.
En el camino de regreso a Jerusalén, David se encontró con el pue-
blo que había huido de la ciudad. Primero se topó con Simei, quien le
había maldecido; pero, ahora, se postraba delante de él para pedirle
perdón. El rey no permitió que sus súbditos lo mataran, y le perdonó
la vida. Mefi-boset salió a su encuentro y le señaló que, si bien había
querido ir con él, fue engañado por su criado Siba. David lo perdonó
y le mandó dividir sus tierras con el criado. También invitó a Barzilai,
galaadita, quien le había dado provisiones, para que lo acompañara
a Jerusalén. Sin embargo, solamente lo acompañó a cruzar el río Jor-
dán, y envía a un tal Quimam en su lugar. Por otro lado, el pueblo de
Israel que había seguido a Absalón y se había dispersado, criticó a la
tribu de Judá y la acusó de haberse robado al rey, por haber ido pri-
mero a Gilgal a recibirlo. Entonces, Judá respondió violentamente.
La rebelión de Seba (cap. 20)
La división entre las tribus de Israel y Judá causó otra rebelión.
Seba, un hombre de Benjamín, convenció a Israel para rechazar el
gobierno de David. El salmista mandó a Amasa para que convocara
a la tribu de Judá a fin de oponerse a la rebelión de Seba; pero como
se demoró mucho, David envió también a Joab, quien mató a Amasa