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I n t r o d u c c i ó n b í b l i c a
con una daga. Después fue controlada, con eficacia, la rebelión. De esta mane-
ra, Joab se convirtió en una persona clave de poder en la última etapa del rei-
nado de David.
David y la familia de Saúl (21:1-14)
Los cuatro últimos capítulos de 2 Samuel mencionan algunos acontecimien-
tos individuales, a tal punto de que podríamos considerarlos como un suplemen-
to del resto del libro. Hubo hambre durante tres años consecutivos, por lo que
David consultó a Jehová. La respuesta fue que era una consecuencia del peca-
do de Saúl, por haber masacrado a los gabaonitas. Por esto, siete de los hijos de
Saúl murieron en manos de ellos. David enterró en la sepultura de su familia,
los huesos de Saúl y de Jonatán, los cuales mandó a traer de Jabes de Galaad.
Los soldados valientes de David (21:15-22; 23:8-39)
David y sus valientes soldados tuvieron victorias en varias guerras contra los
filisteos y mataron a varios de ellos, algunos gigantes. Elhanán, hijo de Gad, ma-
tó a Goliat, geteo. Joseb-basebet, Eleazar y Sama fueron los tres soldados más
valientes de David. Después de estos siguen los treinta jefes, de los cuales se des-
tacan Abisai, Benaía y un tercero, quien irrumpió en el campamento de los filis-
teos y sacó agua del pozo de Belén para que tomara David. En total son treinta
y siete los valientes, incluyendo Urías, que son presentados aquí.
El cántico de victoria de David (cap. 22) y su testamento (23:1-7)
Aquí aparecen dos salmos escritos por David. Uno es muy semejante a Sal-
mos 18, que retrata el gozo de la victoria obtenida por la gracia de Dios. El otro
son las últimas palabras de David, que son como su testamento, aunque es poco
probable que hayan sido estas sus palabras en el lecho de muerte.
El censo, desagradable para Dios (cap. 24)
David realizó un censo. Se había encendido la ira de Dios contra Israel, e in-
citó al salmista a realizar un censo para castigarlos. Crónicas revela que quien
incitó al censo fue Satanás (1 Crónicas 21:1). Si bien Joab trató de detenerlo, el
rey insistió en hacerlo. Como consecuencia de esto, Dios castigó con severidad
a Israel. David reconoció su pecado y se arrepintió de ello, pidiendo con rue-
go y súplicas que el castigo fuera sobre él y no sobre el pueblo. Entonces cuan-
do compró la era de Arauna, jebuseo, ofreció holocaustos en el altar, y cesó la
plaga. El pasaje no explica con claridad por qué se encendió la ira de Dios. Hay
una corriente de opinión que cree que el censo fue porque David quería jactar-
se de su poderío y autoridad.
La era que David compró a Arauna, jebuseo, sería la tierra en donde más
tarde se construiría el templo de Jerusalén (2 Crónicas 3:1). Es decir, que Da-
vid compró la tierra en donde se construiría el templo, y al levantar allí el al-
tar, cesó la plaga.