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Introducción bíblica
Juan agrega el testimonio ocular de un testigo que ha visto todo esto. Es-
to es de vital importancia ya que hay personas que sostienen que Jesús no
murió en la cruz. Lo cierto es que Jesús expiró en la cruz. José de Arima-
tea y Nicodemo sepultan Su cuerpo.
La resurrección y la aparición de Jesús (cap. 20)
La persona que fue al sepulcro de Jesús en la mañana del primer día de la
semana, es decir, el domingo, es María Magdalena. Sin embargo, cuando
los discípulos le preguntaron dónde estaba el cuerpo de Jesús, ella respon-
dió: “no sabemos”, por lo que es probable que haya estado acompañada
por más personas, como lo registran los evangelios sinópticos. Pedro y el
otro discípulo corren al sepulcro para ver, pero no hallan a Jesús y vuel-
ven a su casa. Pero María vuelve al sepulcro con ellos, y ve a dos ángeles
y a Jesús. Extrañamente, los que se encuentran con Jesús, no le recono-
cen a primera vista. Así es también con María, que reconoce al Maestro
recién después de que Él la llamara por su nombre.
Jesús aparece ante los discípulos en la noche del mismo día. Tomás no es-
tuvo allí, por lo que con un corazón obstinado, dice que no creerá hasta no
tocar con sus manos las heridas de Su cuerpo. Ocho días más tarde, Jesús
se manifiesta ante él, quien confiesa su fe, diciendo: “¡Señor mío, y Dios
mío!”. Se cree que los últimos dos versículos (30-31) del capítulo 20, eran
la conclusión de Juan. Este autor concluye su libro recordando el propósi-
to por el cual fue escrito su evangelio, y cuál es su deseo hacia los lectores.
Luego de la resurrección (cap. 21)
Es probable que el último capítulo del evangelio de Juan haya sido agrega-
do a fin de dar a conocer el ministerio que Pedro recibió del Señor. Luego
de la crucifixión de Jesús, algunos discípulos vuelven a su antiguo oficio
y salen a pescar. Pescan durante toda la noche, sin éxito. Cuando ya es-
tá amaneciendo, Jesús los llama desde la orilla. Inmediatamente después
de reconocer que es el Señor, Pedro se echa al mar. El Maestro tenía las
brasas puestas, y encima de ellas, pescado y pan. Manda a los discípulos
a traer los peces que acaban de pescar. Pedro cuenta los peces de la red:
son ciento cincuenta y tres, pero la red no se rompió. Luego de tomar el
desayuno, Jesús pregunta a Pedro tres veces cuánto le ama, haciéndole
recordar las tres veces que él le ha negado. Dice que extenderá sus ma-
nos. Según la tradición oral, el Señor le está diciendo de qué manera iba
a morir. Cuando Pedro le pregunta sobre ‘el discípulo al cual ama’, Él le
dice que no se preocupe de otros, sino solamente de seguirle. El último
versículo nos da a entender que Jesús hizo muchas cosas, pero Juan ha
optado por escribir algunas de las más importantes.